31 de diciembre de 2009

Epístolas a Nunca Jamás II



Querido Peter Pan:


Hace meses que te escribí una carta de la que nunca recibí respuesta.
Cayó en mis manos el otro día "El segundo sexo" de la señorita Beauvoir y pude recordar una gran verdad que se encuentra atada a nosotras, las mujeres: Estamos condenadas a esperar.
A esperar las lecciones de nuestra madre, a esperar la menstruación, a esperar al hombre, a esperar el permiso del padre, a esperar la primavera, a las frutas exóticas que llenarán la cocina en verano (deliciosas fresas y cerezas), a esperar que se calme el dolor del primer amor, a esperar unas palabras que nos hagan sonreír, a esperar el orgasmo, a esperar a nuestro marido con la cena preparada, a esperar al niño que yace en nuestras entrañas, a esperar durante el parto, a esperar a que nuestros hijos se hayan ido a jugar al parque para poder limpiar la casa...


Dice Simone que por eso muchas de nosotras llegamos tarde a los encuentros con los varones. Es nuestra venganza contra el mundo, contra ellos, contra nuestra propia naturaleza de mujeres por vernos siempre obligadas a esperar. Intentamos recuperar nuestra vida perdida a través de los minutos que robamos a ésta o aquesta persona.


Yo la creo. Fíjate, llevo meses esperando tu carta. Y aún no llega. Quizá nunca llegue.


Notarás un cambio en mi forma de escribir. La metamorfosis se abre camino dentro de mi cuerpo y mi mente. Ya soy oficialmente una mujercita. Quizá no sepas qué significa eso. Y nunca lo sabrás, tú eres varón.


Durante estos meses he sentido cómo las puertas de Nunca Jamás se han estado cerrando para mí. Cuando comencé a sangrar, comprendí que jamas, que nunca jamás podré regresar.
Pero tú puedes venir a verme. Aún eres libre de venir a por mí.
Por favor, detén esto. No quiero seguir creciendo. La cuenta atrás ha empezado para mí.
Te lo ruego, ven por mí.


Te quiere,

Wendy