28 de abril de 2010

El cubo de la basura


Sucede que, a veces, no valoramos lo que tenemos hasta que lo perdemos. En otras ocasiones, no mostramos interés por algo o alguien hasta que viene otra persona y se interesa por él o por ello. Algo así le pasaba a Peter Pan, ahora que había descubierto que Garfio estaba en Londres, con Wendy tan cerca. Peter Pan no podía permitir que Garfio hiriera a Wendy -aunque eso ya lo hubiera hecho él mismo- o que Wendy fuera seducida por Garfio - estaba seguro de que no ocurriría, porque al fin y al cabo, Garfio era el malo y él, Peter, era el bueno, y si Wendy era buena, no podía terminar con Garfio-.

Sin embargo, lo que Peter no sabía era que lo bueno y lo malo no están perfectamente delineados, separándose ambos a la perfección. Es más, Peter no sabía que realmente la bondad y la maldad son conceptos inventados por los seres humanos que no tienen explicación si no es a través del egoísmo innato de esa especie.

Pero Peter no era alguien reflexivo y tampoco leía libros de filosofía. Es por esto que emprendió su regreso a la Tierra, dispuesto a batallar con uñas y dientes con Garfio, por Wendy.

O eso era lo que pensaba él. Porque Peter, a pesar de vivir en Nunca Jamás, también era humano, demasiado niño para comprender que luchaba por su propio orgullo, no por la mujer a la que -supuestamente- había amado.

Y es que en los cuentos, cuando el autor no hace justicia, tiene que ir alguien a salvar a los personajes para que no vaguen eternamente perdidos, como niños de Nunca Jamás.


11 de abril de 2010

Hiperrealidad



Soy tan fantástica
que realmente no existo para ti



1 de abril de 2010

Leyendo...

"Pero ¿comprenden qué es lo que desechan? Ser casto, vivir sin sexo... bien, ¿cómo encajarás entonces las derrotas, los compromisos, las frustraciones? ¿Ganando más dinero, ganando todo el dinero que puedas? ¿Teniendo todos los hijos que puedas? Eso ayuda, pero no es en absoluto como lo otro, porque lo otro se basa en tu ser físico, en la carne que nace y la carne que muere, porque sólo cuando jodes te vengas de una manera completa, aunque momentánea, de todo cuanto te desagrada de la vida y todo cuanto te derrota en la vida. Sólo entonces está más limpiamente vivo y eres tú mismo del modo más limpio. La corrupción no es el sexo, sino lo demás. El sexo no es sólo fricción y diversión superficial. El sexo es también la venganza contra la muerte. No te olvides de la muerte. No la olvides jamás. Sí, también el poder del sexo es limitado. Sé muy bien lo limitado que es. Pero, dime, ¿qué poder es mayor que el suyo?"

El animal moribundo, Philip Roth.


Wendy se repitió para sí: El sexo es la venganza contra la muerte. Y encontró la frase tan acertada que la convirtió en uno de sus lemas de vida. Sin embargo, cuando anotaba la cita en su cuaderno, el boli se deslizó entre sus dedos y rodó por la mesa hasta posarse encima de la tarjeta que el otro día había sacado de su bolso.

Allí estaba su nombre, como un rayo en la noche, peligroso y resplandeciente como él.

Garfio.


Garfio.