Querido Peter Pan:
Te echo de menos. Desde que volví a casa, las cosas con papá y mamá son diferentes. Me han comprado varios vestidos, tacones de esos de aguja muy muy altos y un montón de maquillaje. “Te estás haciendo una mujer”, me dicen una y otra vez a modo de conjuro, como si cada vez que lo pronunciaran, diera otro pequeño estirón.
También me van a prohibir que hable con chicos. “No es recomendable hasta que tengas cierta edad” me ha aconsejado mamá hoy. ¿Por qué no? Siempre he hablado con John y Michael y nos hemos llevado muy bien.
También me ha dicho que ella y papá empezarán a llevarme a las fiestas que organizan algunos viernes sus amigos. ¡Qué aburrido! Aunque se supone que debe ser todo un honor, ya que los señores van muy elegantes con monóculos y trajes de pingüino, sombreros de copa y corbatas y pajaritas varias; por no hablar de las señoras que se pasan horas y horas arreglándose, bañándose, depilándose, secándose el pelo, rizador de pestañas por aquí, polvos de arroz por allá, carmín, perfume… ¡Qué complicado es ser mujer! ¿Y para qué tanto adorno? ¡Yo no quiero ser una mujer! ¿Por qué me tengo que convertir en una?
Luego también hay otro asuntillo del que no quieren hablarme y tiene que ver con ser mujer. Creo que se trata de eso que se cuentan las señoras con tanto secretismo en el baño. Mi amiga Jane dice que sangramos por la nariz, que una vez sorprendió a su doncella en el baño y tenía un trapito manchado de sangre completamente y entonces la buena muchacha se lo explicó.
Jane también dice que los niños no salimos por la barriga, que también tiene que ver con algo del sangrado de la nariz. Qué cosas. Me está empezando a asustar el poder ser madre algún día.
Seguro que me resulta más divertido el ser la mamá de los Niños Perdidos, ¿me dejarás, Peter? Estoy aprendiendo cuentos nuevos para poder contárselos, me hace mucha ilusión volver, solo que estoy teniendo complicaciones para hacerlo.
Campanilla no aparece por aquí y se me han acabado todos los polvos de hada. Así que necesito que vengas por mí. Porque vendrás a por mí, ¿verdad Peter?
Sé que te enfadaste cuando me marché, pero seguramente fue una tontería tuya, y espero que la hayas olvidado. Te echo mucho de menos, de verdad.
Espero volver a verte y que seas el papá de mis niños.
Con cariño, Wendy